miércoles, 27 de mayo de 2015

CUENTO CALIENTE

BOLA DE FUEGO.

La familia Alegría, compuesta por Carcajada, Sonrisas, Risa y Felicidad, realizaba un viaje largo, por lo que decidieron pasar la noche en el pueblo más cercano. Al llegar solo pudieron observar a una señora que corría y le decía a su hijo: “Apúrate que pronto serán las seis. 

De pronto solo hubo silencio y oscuridad, en el cielo se observaron bolas de fuego y se escucharon retumbos de trueno. 

Al día siguiente, los aldeanos les contaron que desde hacia unas semanas el dragón que vivía en las cercanías era quien causaba todo ese caos. Al anochecer, la familia Alegría decidió averiguar lo que pasaba, para ello siguieron el sonido y pronto llegaron a la cueva, en donde estaba el dragón, quien tenía la nariz roja y los ojos tristes. 

Enseguida le dieron gotas de rocío con miel, lo abrigaron y le brindaron alegría, con la que lograron curarlo pues solo tenia una fuerte gripe. 

Les contaron a los aldeanos lo sucedido y luego todos fueron a visitar al dragón. 

Los niños empezaron a llamarle “Bola de Fuego”, y el sonreía pues estaba feliz de sentirse amado. 


Y Colorín Colorado… 

domingo, 17 de mayo de 2015

CUENTO CUENTO

LAS HADAS DE COLORES. Escritora Española de cuentos infantiles.


¿Cómo Sería un mundo sin cuentos? Es mejor no imaginarlo. Los cuentos forman parte de nuestra vida, para que nunca perdamos la fantasía ¡ESTE CUENTO!

Había una vez un país, llamado Fantasía, donde vivían hadas de colores, duendecillos, brujos y brujas que no querían que el reino de la Fantasía estuviera lleno de color y alegría. Lumilda, era una bruja, que vivía sola en su castillo, Se enfadaba mucho, cuando contaban cuentos a los niños. -No quiero que cuenten cuentos a los niños, porque aprenderán a escuchar, tendrán imaginación, fantasía, ilusión, y lo que es peor, buenos sentimientos en su corazón. -¡No dejaré que ocurra eso!, ¡Tengo que hacer algún hechizo! Entró, en su castillo, y cogió su libro embrujado y con voz muy fuerte dijo:

-Brujos y brujas que queréis el mal, que mi voz podáis escuchar, nuestra magia, tenemos que unir, para que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar. Cuando dijo esto, en el cielo, se vieron relámpagos y se escucharon truenos, la magia de los brujos se había unido y el hechizo de Lumilda se había cumplido. Y desde ese momento, en el mundo de la realidad, no se volvieron a contar cuentos.

El Hada Arco Iris, había visto lo que había hecho Lumilda y fue a contárselo al hada Naranja que era el Hada de los niños. -Hada Naranja, Lumilda y los brujos del mal, han unido su magia, y han hecho que en el mundo de la realidad, cuentos no se vuelvan a contar. -Eso no puede ser!, llamaré a las hadas de colores, para ver que podemos hacer. Cogió su campanilla mágica y empezó a tocarla:

TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN TILÍN TILÍN, TALÁN TALÁN



Cuando las hadas de colores escucharon la campanilla mágica, fueron al palacio del hada Naranja, y allí se enteraron de lo que había hecho Lumilda. -¡No dejaremos que se salga con la suya! Dijeron enfadadas. -¡Claro, que no la dejaremos!. Dijo el Hada Naranja. -Nosotras, al mundo de la realidad iremos, y cuentos a los niños contaremos, de este modo, no perderán la fantasía, la ilusión, la imaginación y los buenos sentimientos en su corazón. Todas las hadas, hicieron un corro, y con una voz muy dulce cantaron:

-Somos hadas de colores, -que al mundo real iremos, -y allí a los niños, -muchos cuentos contaremos.

Mientras cantaban, iban colocando una piedra de color en el centro, de las piedras de colores salieron muchos caminos, y cada hada cogió uno distinto, que las llevaría al mundo de la realidad, para contar cuentos a los niños. Gracias a las Hadas de colores, los niños pudieron seguir escuchando cuentos.

Y Colorín Colorado…

lunes, 11 de mayo de 2015

CUENTO TRANQUILIZANTE

Recordando  a  Nano  Q.E.P.D.

¿CUÁNDO BRILLAN MÁS LAS ESTRELLAS? LIANA CASTELLO Escritora Argentina.


Dindón era un duendecito alegre y preguntón. Todo lo conmovía y maravillaba. Era sensible y muy curioso además. Preguntaba todo el tiempo y no sólo eso, si la respuesta no le conformaba, preguntaba una y otra vez, una y otra vez.

Dindón vivía con sus papás, dos hermanitas y su abuelo Dondón.   El abuelo era muy, pero muy viejito. Tenía muchísimos más años de los que Dindón podía imaginar pues –se dice-  los duendes viven mucho.   Como era tan viejito, Dondón casi no veía, a pesar de sus gruesos anteojos y caminaba con muchísima dificultad por más que se ayudara con su bastón.  Nieto y abuelo eran grandes amigos. El pequeño notaba que su abuelo cada día podía hacer menos cosas. 

Sentía que, muy de a poquito, Dondón se iba apagando.  Aunque no quería, muchas veces Dindón pensaba que su abuelo algún día ya no estaría con él y algo le decía que no faltaba mucho para que ese momento llegara.  Triste y preocupado habló con su mamá. Su mami, tratando de encontrar las palabras justas le explicó al duendecito que en este mundo en el que todos vivimos, nada dura para siempre. Las flores un día se marchitan, las hojas de los árboles pasan de ser verdes a ser ocres y caen, los ríos pueden secarse, y las personas mueren.

Eso era justo lo que Dindón no quería escuchar, pero era la verdad y su mamá no podía, ni quería mentirle. Hay pocas cosas Dindón que siempre nos acompañarán. Una de ellas es el alma de las personas que amamos y se han ido, el amor que les hemos tenido y ellos nos han tenido a nosotros y otra cosas son las estrellas. No es que sean eternas, pero su brillo pareciera eterno y lo es para nuestra corta existencia respecto de la de ellas.

Dindón entendió muy bien lo que su  mamá le quería decir, pero no le gustó escucharlo. En otro momento hubiese preguntado algo, pero esta vez prefirió no hacerlo. Nada es eterno Dindón, la naturaleza cambia, las personas se van, por eso es tan importante aprovechar cada momento. Cada pequeño detalle de la vida hay que disfrutarlo, hay que apreciar el brillo de las estrellas cada noche que nos da la vida.

El duendecito guardó en su corazón las palabras de su mamá. Mientras tanto, acompañaba cada momento  a su abuelo y compartía todo lo que podía con él. Quería hacerle caso a su mamá y disfrutar cada pequeño momento con su gran amigo del alma, aunque se daba cuenta que esa estrella se iba apagando poco a poco.

No es fácil entender que alguien no va a estar nunca más con nosotros y más para un niño, pero es así, la muerte es parte de la vida. Para poder comprender ciertas cosas, hay que verlas con amor, por más que duelan. 

 Lo que realmente debemos entender es que la persona que nos deja, lo hace sólo físicamente y que su amor, su alma y su brillo seguirán por siempre en nuestro corazón. No es que por eso no los vayamos a extrañar, pero sin duda un poquito menos dolerá su ausencia. 

El tan temido día llegó. Dondón partió de este mundo, dejando a Dindón con un gran vacío en su corazón. Dondón no se fue triste, por el contrario, había vivido una muy larga y linda vida. Había amado, se había sentido amado por los demás, había apreciado el aroma de las flores, la frescura del césped y el brillo de las estrellas también. Al duendecito le costó mucho aceptar la ausencia de su abuelo, pero intentó ayudarse con las palabras que su mamá le había dicho y él había atesorado en su corazón.  Cada noche, desde que su abuelo había muerto, Dindón miraba el cielo. Cada noche, desde que Dondón se había ido, notó lo mismo: había una estrella que brillaba más que las demás, como si fuera nuevita, recién estrenada.

El pequeño no entendía que tenía que ver esa estrella nueva con la muerte de su abuelo y le preguntó a su mamá: ¿Cuándo brillan más las estrellas? Su mamá parecía que podía leer el corazón de Dindón y con su dulce voz le explicó.  Hijito, hay muchas clases de estrellas, todas bellas y cada cual con un brillo particular. Cada persona en sí es una estrella, su alma lo es. A veces la vida, con sus idas y venidas, no nos permite brillar con toda nuestra plenitud. Sin embargo, cuando un alma buena se ha ido, no hay otro lugar posible para ella que no sea el cielo y allí es donde puede brillar más que nunca.

Dindón jamás dejó de pensar en su abuelo, ni de extrañarlo tampoco, pero cierto es que cada noche, al ver esa estrella tan particular que brillaba como ninguna, su tristeza se confundía con un poco de alegría. Comenzaba a entender algo que no es fácil y lo hacía de la mejor manera, a través del amor.


Y Colorín Colorado…

viernes, 1 de mayo de 2015

CUENTO SASTRE

EL HILO DE LA ESTRELLA. Escritora argentina.

En el país de las hadas, existe una leyenda que dice que de cada estrella cuelga un hilo plateado y brillante, fino y suave. Cada hada -dice también la leyenda- tiene su propia estrella y debe encontrar el hilo que la une a ella para no perder su destino en la vida.Parece ser que ese fino cordón de plata une a la persona con el propósito para el cual ha nacido y que, de no encontrarlo, su vida se tornará vacía e inútil.

En ese país, mágico por dónde se lo mire, la fantasía se mezcla con la realidad y la leyenda con los hechos. Dicen también que es cosa de todos los días ver a las hadas remontando una estrella cual si fuese una cometa y exhibiendo orgullosas el hilo de plata. Para ellas ese pequeño acto cotidiano significa que han encontrado su propósito en la vida, el por qué y para qué de su existencia. En otras ocasiones, puede verse a un hada quien, llorando, mira hacia el cielo sin encontrar ni su estrella, ni el hilo que la une a su destino. Parece ser que, cuanto más grande son las hadas en edad, más fuerte se va haciendo el hilo de plata. Como si por cada año que pasase, fuese más y más importante cumplir con el destino para el que se ha nacido.

Luz era un hada distinta. Jamás se había preocupado por buscar su estrella y por ende, el hilo que la unía a ella. Vagaba por la vida sin realmente saber para qué había sido creada, es más no le importaba tampoco. Prefería pensar que las hadas no tenían una misión especial y única cada una. De esa manera, la vida resultaba más cómoda pues no había metas para alcanzar, ni por las cuales luchar. Luz no perseguía ningún hilo, pero sabido es que no se puede escapar del destino.
Cierto día, mientras Luz descansaba bajo la sombra de un árbol, su cordón plateado y titilante se presentó ante ella. Flotaba sin estar atado a nada. Como jamás había sido tomado por las manos de Luz, el viento impiadoso había jugado con él de tal modo, que lo había convertido en un gran nudo, aún plateado y brillante, pero nudo al fin. El cordón, ahora convertido en nudo. se acercó a la sorprendida hada y le dijo: Jamás me has buscado. Te he seguido desde que naciste, tratando de indicarte el camino y nunca me has prestado atención. Mira lo que has hecho de mi. Luz quedó perpleja. Tómame, te doy una nueva oportunidad – Dijo el hilo meciéndose de un lado hacia el otro- Si no te aferras a mí, jamás encontrarás tu estrella y tu destino será incierto. Desátame y no sólo yo me sentiré mejor, sino que tu, habrás encontrado tu camino.

Luz no se movió, ni articuló palabra. Escuchó a su cordón, pero la indiferencia pudo más. Decepcionado, el hilo se elevó hasta perderse en el cielo. Luz no sabía que ése, había sido sólo el primero de muchos encuentros. Cansado ya de la indiferencia del hada, el hilo plateado consultó a su estrella sobre la actitud a tomar. Síguela – Dijo la estrella- De ti depende que no extravíe el camino. Ella ha sido creada con muchos dones y una misión que cumplir, como todos. Tenle paciencia, no todos están dispuestos a averiguar qué es lo que tienen que hacer en este mundo.

Obediente el hilo volvió a bajar a la tierra. Sin ánimo alguno de disimular su presencia, se convirtió en la sombra del hada. A pesar de ello, Luz estaba decidida a no comprometerse con nada y menos aún a averiguar para qué estaba aquí en la tierra, por lo que hacía caso omiso de la compañía. A cada paso que el hada daba, podía escucharse: Desátame, Desátame, sólo tu puedes hacerlo. El nudo plateado se interponía de una u otra manera en el camino del hada. Estaba dispuesto a ser escuchado esta vez y por sobre todas las cosas, desatado.

Luz tropezaba a cada momento con el cordón o se chocaba la cabeza contra el mismo. En la tierra y en el cielo, de día o de noche, con lluvia o sol, el nudo se había convertido en un verdadero estorbo. Cansada ya de la persecución, el hada se escondió en una cueva, creyendo que así se libraría de su persistente hilo. En medio de la oscuridad, apareció el nudo, brillante como siempre, desafiante como nunca. Esta visto que has ganado – Dijo el hada con tono resignado.
Lentamente, como abriendo un paquete cuyo contenido se desconoce y se teme, fue desatando el nudo. Para su sorpresa, no bien el hilo se encontró libre brilló aún con más intensidad y Luz pudo ver su destino desplegado como un mapa dentro de su corazón. Vio con mayor claridad sus dones y cómo podía aprovecharlos. Por primera vez supo qué hacer de su vida. ¿Cuál era el destino que Luz tenía marcado y ahora veía con claridad? ¿Importa tal vez? Como primera decisión, tomó el hilo -ahora relajado- en sus manos con mucha fuerza. El cordón feliz se disparó hacia la estrella de Luz y allí quedaron los tres unidos por primera vez y para siempre.

Luz supo que ya era hora de hacerse cargo de su vida y hacer algo con ella. Dicen que ahora, hay un hada más remontando una estrella cual si fuese un cometa. Dicen también que la remonta feliz y orgullosa pues pudo darse cuenta que nadie, ni siquiera un hada, puede escapar al destino.

Y Colorín Colorado